Si, tu pequeño miserable. Te crees muy listo, ¿verdad?. Claro, en la oficina mandas, diriges y no escuchas a nadie que no sea tu pequeño ego. Pues sinceramente, las tornas han cambiado. Te pensabas que llegarías, mandarías sobre mi y yo obedecería sin más. No muchacho, no. Quien manda soy yo y si no me obedeces te aseguro que lo lamentarás.