Sus ojos no veían más que oscuridad. La voz del que había sido su amante desde hacía muchos años y que tantos secretos le había descubierto le resultaba ahora aterradora. Sus manos y pies estaban atados por una cuerda suave pero resistente. De repente se oyó la puerta y las voces de un hombre y una mujer irrumpieron el discurso que estaba escuchando…