Se arrodilló delante de él. No lo miró. Ni tan siquiera le habló. Ella sabía que él se excitaría en sobre manera cuando lo hiciera. Sólo vestía con un collar y ni rastro de tela. Se inclinó un poco más apoyando su cara en el frío suelo de parquet. Estaba segura que él estaba inquieto, pensativo, pero excitado con su miembro palpitando y cogiendo volumen dentro de sus pantalones. Se azotó a si misma, torpemente, pero invitándole a seguir adelante. Él se levantó y la azotó, como siempre había querido, como siempre había fantaseado…